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La alt-right en Europa, Vox y el síndrome de Ícaro

Foto del escritor: Mario Alberto RoldánMario Alberto Roldán

Primero fue Podemos, ahora es VOX. Les pido que, para finalizar de leer estos delirios de un liberal enfurecido, recuerden esta frase: Trump y Putin serán la tumba (política) de la derecha ultraconservadora. Así que, les animo a que sigan por esa senda.


Si alguien nos llega a decir hace diez años que la situación política en Europa es la actual, lo hubiésemos tomado por loco. La creación de nuevos movimientos políticos, alejados de los partidos tradicionales, supusieron, a izquierda y derecha del tablero, un soplo de aire fresco para la política. Poco a poco, a lo largo de la década de los 2010, y especialmente la joven década de los 2020, se han ido desarrollando, han ido creciendo como una semilla que se planta en la tierra con la esperanza de que crezca un árbol que dé sus buenos frutos.


Primero fue la revolución del centro liberal y la ultraizquierda política: España lo vivió con Ciudadanos y Podemos, respectivamente. En Europa todavía quedan vestigios de aquella época en Macron, por ejemplo. Sin embargo, esas opciones políticas han ido muriendo, bien por personalismos, pugnas internas (de esto último sabe bien cualquier partido promedio de extrema izquierda, y especialmente en nuestro país, que entre puñaladas y coaliciones electorales ha ido sobreviviendo como una especie de ser mutante que ha evolucionado (o involucionado, más bien) hasta convertirse en el proyecto político de una señora que tiene menos autoridad entre los suyos que la que tenía Pedro Sánchez en el PSOE de 2016 (gran época, en la que nuestro aborrecido autócrata era menos creíble que una patata, por cierto), o bien, por motivos dignos de una telenovela. ¿Quién, si no, les diría a los adalides del feminismo radical, que su máxima referente acabaría siendo la ministra que soltó a violadores a la calle? ¿O quién les diría que sus líderes masculinos estarían siendo acusados, justamente, de todo aquello que rechazaban en aquellos días de oro en los que ciudadanos les compraron ese discurso casposo y populista del comunismo más rancio? Quién los ha visto y quién los ve, desde luego…


Como decía, progresivamente, estos últimos años se ha producido un giro mundial hacia la derecha en prácticamente todo el mundo. Especialmente, en Europa, la que se conoce gentilmente como derecha alternativa, o en su palabra original en inglés, alt-right, ha experimentado un importante crecimiento, para deseo de muchos, y para el horror de otros tantos, llegando incluso a ganar elecciones y, en menor medida, a gobernar. Inicialmente, muchos de estos movimientos eran liberalconservadores, como el caso de Fratelli D’Italia, que, tras ganar las últimas elecciones italianas, hicieron de Giorgia Meloni la primera mujer que ocupa el cargo de primera ministra en la tierra de las mil ciudades. No obstante, y pese a que ese movimiento pudiera parecer no tan radical como lo pintaban algunos medios de comunicación, especialistas, por cierto, en demonizar ante la opinión pública determinados asuntos que le interesan a aquellos que los financian, esos movimientos liberalconservadores se han escorado hacia posiciones más radicales todavía, ganándose a pulso la consideración de extrema derecha.


Véase, si no, el caso de VOX en nuestro país. No hace falta recordar que el motivo de su nacimiento había sido ser el correctivo del Partido Popular, aquello que había dejado de ser según un sector crítico liderado por personajes de la política española de la talla de Alejo Vidal-Quadras, José Antonio Ortega Lara, Santiago Abascal, y otras figuras nacientes como el brillante Iván Espinosa de los Monteros o Javier Ortega Smith. Podría decirse que, en ese momento, era un partido liberalconservador, porque esencialmente, sólo bastaba acudir a su programa económico para comprobar que lo era. Sin embargo, desde hace un tiempo, el viraje ideológico de VOX ha abandonado todo principio liberal. Obviando ya la marcha más que forzada de activos importantes como Espinosa de los Monteros, portavoz del partido en el Congreso; la marginación de Macarena Olona en las elecciones andaluzas hasta conseguir que se marchase; por no nombrar los sonados casos de Mazaly Aguilar, Juan García-Gallardo, Rocío Monasterio, Agustín Rosety… nombres que se pierden en la lista de múltiples personas que han abandonado este proyecto que algún día fue próspero. Han preferido abrazar el ultranacionalismo católico, que recuerda a lo que defiende Falange Española (y no es de extrañar cuando destacados miembros como Jorge Buxadé se dan golpes en el pecho por haber militado en este partido, pero lamentando haber hecho lo mismo en las filas del Partido Popular). Por no hablar del sectarismo que se ha instalado en el seno de VOX, que cada vez más recuerda al votante promedio del PSOE o de Podemos, en su momento.


Estos días, ese sectarismo queda patente en la actitud de sus votantes, aplaudiendo ante la imposición de aranceles en España por parte de Estados Unidos (son los más patriotas de la casa, pero sólo hasta que viene Trump y les hace cambiar de opinión), o en la más que infame posición que ha adoptado VOX con respecto a la guerra de Ucrania, dejando cada vez más claro que quien manda en el partido es el sector putinejo. Como pueden comprobar, una oda al pensamiento crítico y la diversidad ideológica, la que practican en VOX (nótese la ironía), ese partido en el que las decisiones se toman en Madrid y se deben de acatar, o en caso contrario, el disidente será tachado de pepero infiltrado o harán que, de manera misteriosa y repentina, esa persona abandone su cargo y abandone el partido. Podríamos enumerar la cantidad de actos de ego y soberbia a los que nos han acostumbrado los Obiscales: desde amenazar al Partido Popular (casa que la mayoría de líderes que hoy regentan VOX conocen bien, pues en su momento fue la mano que les dio de comer durante muchos años) con no aprobarles leyes y presupuestos autonómicos si no aceptan sus trágalas (¡quién dijo negociar, pudiendo amenazar!), para luego tratar de evidenciar que “el PP pacta todo con el PSOE y en Europa pactan siempre” (olvidan que el PP es sólo una pequeña parte del PPE, y el PSOE más de lo mismo en S&D, y por supuesto callan cuando a su grupo le toca hacer vicepresidenta de la Comisión Europea a Teresa Ribera), hasta preferir hacer oposición política al PP con tal de ganar votos a su costa que hacer un frente común con este último para acabar con el Gobierno de Pedro Sánchez.


En definitiva: un proyecto político que, desgraciadamente en auge por la ineptitud de gran parte de la derecha clásica de modernizarse y atraer nuevos votantes que cada vez más comienzan a entender, pero que no es más que una gran estafa y está vacía de ideas más allá de los insultos, las mentiras, los sensacionalismos y las medias tintas en temas controvertidos (¡y se quejaban de los “complejos” del Partido Popular!). Es por esto que, quiero entender, que el auge de otros partidos de extrema derecha en Europa se ha podido dar por un centroderecha despistado, dormido, y sin una maquinaria lo suficientemente potente como para evitar ser reemplazados por meros populistas sin ideas como Le Pen o Abascal. Algunos de los ejemplos más claros los tenemos en Grecia, Portugal, Alemania, o incluso España, donde la gran diversidad ideológica del PP atrae a multitud de votantes (a unos les gusta más Sémper y Pons, a otros Ayuso y Cayetana, así llueve a gusto de todos). Y ya no sólo eso: si en Europa el auge de otros partidos es tal que han llegado a colocarse en primera posición en cantidad de países, algo mal estarán haciendo en VOX para, tanto que pregonan que “siempre suben”, a la hora de la verdad esas palabras sólo sean una quimera de comentarios de Twitter, y finalmente pierdan 19 diputados. Un ridículo espantoso tan sólo alcanzable por personajes de nuestra tan odiada, pero a la vez querida, política española, en el que los extremos se han guardado para sí mismos un puesto eterno en la categoría de ridículos. Yo estoy totalmente de acuerdo con que lo hagan, pero en su casa, sin molestar a nadie, y sin cobrar del erario público ni dividir el voto, que no es sino gracias a VOX que Pedro Sánchez se mantiene en Moncloa pese a haber perdido las elecciones.


Primero fue Podemos, ahora es VOX. Les pido que, para finalizar de leer estos delirios de un liberal enfurecido, recuerden esta frase: Trump y Putin serán la tumba (política) de la derecha ultraconservadora. Así que, les animo a que sigan por esa senda.

 
 
 

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