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Nota: todos los socios de Voces Libres España tienen el derecho de publicar artículos en el blog, estos reflejan las opiniones personales del autor y no son un posicionamiento oficial de la asociación.

La juventud y el pendulazo


El nuevo Informe Juventud en España ha sido publicado recientemente por el Ministerio de Juventud e Infancia. Sin entrar a valorar la existencia de este departamento, este informe arroja una serie de datos y afirmaciones sobre el estado de la juventud que nosotros, en tanto que asociación juvenil, deberíamos conocer. Entre ellos, destaco los siguientes:


Somos menos. Desde 1960 España ha presentado un crecimiento demográfico por encima de la media europea, siendo el cuarto país más poblado de la Unión. Ahora bien, entre 1960 y 1990 el crecimiento fue causado por saldo vegetativo (es decir, nacían más españoles de los que morían) y a partir de 1990 hasta hoy el crecimiento se ha debido al saldo migratorio. Lo cierto es que en general siguen produciéndose más defunciones que nacimientos, y la edad media del español es de 45 años (en 1983 era de 31). Esto se ilustra claramente observando que tan cerca estamos de la Tasa de Reemplazo Generacional, que se sitúa en 2,1 hijos por mujer. Las mujeres españolas tienen, de media, 1,16 hijos, estando bastante lejos de la media necesaria para reemplazar nuestra población. En consecuencia, los jóvenes tienen cada vez menos peso demográfico (o lo que es lo mismo, cada vez somos menos). En 1983, la juventud de entre 15 y 29 años constituía un grupo demográfico muy relevante (23,7 % del total). En la actualidad, representa el 15,9% pese a los aportes de la inmigración. 


Somos más étnicamente heterogéneos. Básicamente a causa del mayor peso de la inmigración a nivel demográfico, como se ha explicado antes. Como dato clave para tener en cuenta este hecho, mencionar que entre 2013 y 2022, de media, emigraron unas 400.000 personas e inmigraron unas 600.000 cada año. El informe también señala que un 24% de los jóvenes ha nacido en el extranjero. 


Somos más pobres. Ciertamente, la pérdida de poder adquisitivo en España es un auténtico drama social que afecta a diversas capas de la población, no solo a los jóvenes (y así lo admite el propio informe), pero es innegable que la juventud está padeciendo más que otros sectores. El informe trata de suavizar el escaso éxito de las políticas laborales de Yolanda Díaz (recordemos que la Ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, pertenece a la misma coalición política que la Ministra de Trabajo), pero no obvia los malos datos respecto al paro juvenil. España sigue liderando la UE en paro juvenil, y los trabajos a los que acceden los jóvenes tienden a la temporalidad por falta de alternativas y de oferta de puestos más estables, cosa que complica emanciparse. La edad media de emancipación se sitúa en los 30,4 años (2,1 años por encima de la media en 2009 y más de 4 años por encima de la media europea). A su vez, el acceso a la vivienda está cada vez más restringido por el aumento de su precio. 


Somos más escépticos. La juventud actual es mucho más crítica y escéptica con las instituciones del Estado y con su funcionamiento. Ahora bien, hay matices. Dice el informe que la juventud en general no muestra un juicio más negativo que antes sobre el concepto de democracia, pero sí sobre su funcionamiento, y señala que mientras la desconfianza ha aumentado respecto a los políticos, el Congreso de los Diputados y la Corona, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han pasado a ser mejor valoradas por la juventud. También menciona el informe que la participación en organizaciones de tinte político es una opción poco escogida como forma de activismo por los jóvenes, que prefieren realizar acciones puntuales como votar, participar en huelgas o marchas y firmar peticiones. 


Estamos más polarizados. En general, la mayoría de mujeres jóvenes se sienten más identificadas con la “izquierda” política y los hombres con la “derecha” política, siendo la polarización especialmente palpable en ciertos elementos políticos como el feminismo, la ecología, o todo lo referente al género y la comunidad LGBT.  Ahora bien, el informe incluye un elemento harto importante: la existencia de una Agenda común compartida por los jóvenes de distinto signo político “que gira hacia los problemas materiales e inmediatos de la juventud pendientes de solución”. Dentro de esta Agenda se encuentra la situación laboral, la vivienda, la educación, la salud mental, y la inseguridad, así como una mayor identificación con el municipio, en contraposición a la provincia, la autonomía o la Nación española. 


Vistos estos datos, considero que la pregunta procedente es la siguiente: ¿Qué conclusiones debemos extraer aquellos jóvenes que queremos construir una alternativa liberal para España? Creo que es difícil (incluso con las herramientas actuales) analizar fenómenos sociológicos complejos como los expuestos. Aun así, creo también que el informe nos señala un elemento clave: la Agenda común


Independientemente de sus filias y fobias políticas, todo joven está quemado y preocupado a partes iguales por la situación económica y laboral que debe afrontar (con énfasis en la vivienda, que es sin duda el tema de nuestro tiempo y será el tema del futuro si la situación no cambia). Urge que seamos capaces de compeler a la juventud con estos asuntos, que seamos capaces de traerlos a nuestro bando, teniendo en cuenta sus formas preferidas de activismo (participaciones puntuales, en su mayoría). 


Si hablamos, por ejemplo, de la vivienda, todo liberal sabe que el mercado de la vivienda actual está hiperregulado, y que es precisamente esta hiperregulación la que provoca y empeora la situación de escasez actual, junto con otros elementos como la concentración excesiva en grandes urbes por falta de desarrollo del mundo rural y periurbano y la falta de suelo en ciertas áreas tensionadas, todos ellos asuntos que exceden el objeto de este artículo y en los que no me quiero detener. Lo que afirmo, esencialmente, es que este informe nos muestra que hay aspectos en los que el liberalismo puede penetrar en la juventud, a través de esa Agenda común. 


Desde el año pasado se habla en las redes sociales de “el pendulazo”, forma coloquial de referirse al cambio de paradigma en la mentalidad y la visión política de muchos sectores de la población, entre ellos los jóvenes. Este “pendulazo” a nivel nacional e internacional está siendo aprovechado por sectores conservadores y nacionalistas, que no son precisamente liberales (a lo sumo comparten ideales del liberalismo económico, pero nada más). Ejemplo claro de este fenómeno ha sido el apoyo electoral de los  jóvenes a opciones como Donald Trump y el Partido Republicano en EE. UU., Agrupación Nacional en Francia, AfD en Alemania, FPÖ en Austria o Vox y SALF en España (con menos éxito quizás que los casos anteriores, pero la tendencia es innegable). 


¿Por qué no preparar un pendulazo hacia el liberalismo? ¿Por qué no orientar hacia el liberalismo esa Agenda común que actualmente mueve a los jóvenes a apoyar opciones conservadoras?


Si queremos que nuestras ideas triunfen a largo plazo, tenemos que trabajar en la gente del futuro, es decir, en nosotros, los jóvenes.

 
 
 

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