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Sic semper tyrannis

Foto del escritor: Yago MartínezYago Martínez

Actualizado: 21 ene




El pasado 10 de enero sucedió la toma de posesión de Nicolás Maduro, autoproclamándose presidente de Venezuela, usurpando así el cargo al presidente electo Edmundo González. Esto era algo previsible, y mucha gente y autoridades están indignadas ya que Nicolás Maduro estaría saltándose las leyes de su propio país, algo inaceptable… ¿cierto?


Aquí radica parte del problema de la oposición en Venezuela; creer que el tirano va a jugar limpio y con las mismas reglas que tú. En este caso, la oposición venezolana ha aportado unas actas que demostrarían la victoria de Edmundo González, y consecuentemente, la derrota de Nicolás Maduro, sin haber este último liberado o mostrado las actas de parte de los organismos oficiales. Sin embargo, podemos ver que esta victoria no es suficiente, y muchos se hallan ahora decepcionados ante tal situación, pero… ¿de veras había gente que creía que un dictador, un tirano como Maduro dejaría el poder por las buenas? ¿creían que Maduro cumpliría las leyes de su propio régimen? Esta línea de pensamiento la considero altamente fantasiosa, porque además deja implícito que la legitimidad de Maduro viene de ganar o no unas simples elecciones. Y esto no es así.


Esto conllevaría que si Maduro hubiese ganado las elecciones, aunque fuese por un voto, él tendría la legitimidad de ser un gobernante, algo que sigue una línea de pensamiento bastante peligrosa. Esto puede degenerar en, precisamente, la justificación de atrocidades por medio de la democracia del “50% más uno”, por lo tanto esta defensa de la legitimidad de Edmundo González no solo la veo como una vía de argumentación inválida, sino que es un razonamiento errado y carente de una base suficiente de crítica, viendo que se sustenta sobre mero positivismo, quedándose en una crítica superficial, sin dirigirse a la raíz real de la ilegitimidad del dictador de Venezuela.


Esto implica que deben buscarse otras forma para explicar de forma lógica y coherente el porqué Nicolás Maduro no es un gobernante legítimo, sino que es un dictador, y no solo por el “porque la Ley dice…” tan habitual que se ve por parte de la oposición venezolana.


Como hemos comentado antes, la ilegitimidad de Maduro no proviene de haber perdido unas elecciones o de haber incumplido alguna ley estatal, sino por haber quebrantado, violado y pisoteado los derechos civiles, los derechos individuales y los derechos naturales de los ciudadanos del país, llegando a arrebatarles la libertad, su integridad física e incluso sexual, y en muchos casos, quitándoles la vida.


Todo esto provocado por actividades que son básicas en la existencia de la persona, como la libertad de expresión, el de manifestación y, por supuesto, el activismo político, siendo estas acciones que ni un dictador y ni un Estado “crean” el derecho a que puedas realizarlas, sino que, en todo caso, las reconoce, pero ese derecho es inherente a la existencia humana y a su capacidad de pensar, razonar y de experimentar su libertad y libre albedrío.


Por lo tanto, Maduro no es ilegítimo por perder unas elecciones, sino por ser un dirigente que ha violentado por activa y por pasiva los derechos naturales e individuales de los ciudadanos, otorgando así a los venezolanos el derecho de tiranicidio, siendo esta una opción perfectamente lícita.


Como dijo Juan de Mariana en su obra De rege et regis institutione:


Supongamos, pues, que exista un tirano, semejante a una bestia feroz y cruel, que por dondequiera que pasa todo lo destruye, todo lo devasta y lo arruina, causando toda suerte de estragos con sus uñas, con sus dientes, con todas las armas ofensivas que dió la naturaleza: ¿juzgarás que se debe tolerar? ¿No alabarás más bien a aquel que, despreciando el peligro de su vida, rescate con valor la libertad común?

[...]

Si la vida, si la gloria, si las fortunas peligran, libremos a nuestra patria del peligro,

libertémosla de la dura esclavitud.

[...]

Todos los teólogos y filósofos convienen en que al príncipe que por medio de la fuerza y de las armas ocupó la república, sin derecho alguno y sin el consentimiento de los ciudadanos, es lícito quitarle la vida y despojarle del trono, pues que siendo un enemigo público y oprimiendo al país con todos los males, se reviste de todo el carácter e índole de tirano, a quien de cualquier modo es necesario que se quite y despoje de la potestad que violentamente se atribuyó.


Lo que quiero transmitir con estas citas es que el pueblo venezolano ya ha intentado en repetidas ocasiones una rendición pacífica del tirano, jugando con sus reglas y normas y aún ganándole a su juego, la oposición sigue perdiendo. Esto abre una vía de actuación en caso de que el dictador continúe sin dejar el poder, y es la justificación y permisión del tiranicidio como vía de recuperar los derechos que están siendo arrebatados a los ciudadanos.


Muchos podrán pensar que es una vía demasiado radical, que aún queda el diálogo, pero esta línea de pensamiento proviene del miedo a dar un paso más allá tras haber visto cualquier intento de negociación frustrado por el Estado tiránico, y por ello es urgente que los venezolanos dejen atrás el camino del positivismo legal, creyendo erróneamente y como se ha demostrado, que con leyes y elecciones conseguirán echar al déspota de Maduro, y adoptar la mentalidad del “sic semper tyrannis” como la ruta a seguir en la lucha por la libertad.

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